Están entre nosotros
La página de Internet de Primera Hora, heraldo del amarillismo local, tiene un espacio con un lechoncito en su menú principal para enlazar a una sección sobre el virusde influenza tipo A(H1N1), antes denominado gripe porcina. Allí, una foto de un hombre enmascarillado enlaza a una infográfica interactiva bien flashy, pero con poca información pertiente al público local, solo un slideshow de más enmascarillados. Esto a pesar de que los expertos debaten la efectividad de la mascarilla. Nos informa también que «algunos virus gripales desarrollan resistencia a los antivirales». Y que no hay vacuna.
Para que lo sepan, el nuevo virus se trata con los mismos antivirales de la influenza regular y la vacuna está en desarrollo. Aún si le infecta el virus, la inmensa probabilidad es que no le pasa nada más allá de los síntomas de una «monga», tal vez una «rompehuesos». La mortalidad del virus no es mayor que la de la influenza nuestra de cada día, que ha matado más de 15,000 personas en Estados Unidos desde enero, a un ritmo de 800 por semana.
El nuevo virus, en un mes, en todo el mundo, ha cobrado solo 31 vidas, con otras 70 no confirmadas. Las fatalidades son en su mayoría niños, ancianos y personas con condiciones previas de salud. Lo mejor que puede hacer para prevenir contagi0 no es ponerse mascarillas, a las que ya les inflaron los precios nuestros solidarios compatriotas comerciates, sino lavarse las manos, especialmente cuando maneje a esas super virulentas criaturitas llamadas niños.
Y por Dios, no le haga caso a ningún email que le venda productos naturales contra el virus, tampoco siga comprando tamiflu, que dicen que se acabó pero que yo apuesto a que el que queda los farmacéuticos seguramente lo están escondiendo en espera a que se inflen los precios. Si me lo encuentro en la calle y no me da la mano lo voy a mandar para el carajo. Mejor disimule y pásese todo el hand sanitizer que quiera después.
Lo que temen las autoridades no es la mortalidad del virus en sí, sino la escala potencial de los casos. El caso de méxico y las medidas exrtremas es comprensible por ser allí donde comenzó el virus y porque en ese momento se sabía poco del mismo. La preocupación en cuanto a una pandemia es resultado de una combinación de factores históricos, científicos y claro, culturales. Primero, las epidemias de influenza ocurren más o menos cada 30 años, con la más reciente ocurrida durante los 60, así que ya nos tocaba.
Ahora me tienen miedo, pero esperen hasta las navidades
Segundo, el recuerdo de la «Gripe Española» (otro nombre políticamente incorrecto) que en 1918 mató millones de personas en todo el mundo. Un tercer factor histórico es la cultura del miedo al fin del mundo. A pesar de que este miedo es casi tan viejo como el ser humano, ya quisiera usted haberle visto las caras a los europeos en la despedida del año 999. Ahora, como ahora todo puertorriqueño tiene un poco de astrónomo maya, hasta a los más racionalistas nos da un pequeño friíto cuando escuchamos que su calendario terminaba en 2012. ¿Qué mejor augurio del fin del mundo que una epidemia mundial de catarro?.
Claro, a pesar de que todos sabemos que el diablo es puerco, tengo que decir es que si alguien va a acabar con la humanidad no van a ser los lechones, si no sus más cercanos parientes, la humanidad misma. Aquí es donde entra la prensa cuasi amarillista puertorriqueña a ilunimarnos. Nadie los culpa, Al Gore con el calentamiento global, esa verdad (porque es verdad, no lo duden) tan conveniente para el amarillismo y Bush con la paranoia pos 911, son el padrino y la madrina de esta nueva época de miedo.
Mi consejo es que no se deje intimidar y busque más información. Este post se autodestruirá en diez segundos.
Incisión Mental 